Se hace uno mayor y empieza a ver las cosas de otra manera: te gustan las rutinas, los platos sin aderezos y hasta los paseos tranquilos. Me pasa lo mismo con Mallorca, que la he entendido (su tempo) hace no tanto, ya en la madurez. Creo que pensaba lo mismo Cela: “El sol de la tarde de Mallorca —de las primeras horas de la tarde— llena la bahía de una luminosidad radiante. Más allá de la ventana, después de unos tejados que empiezan a ocultarse, se ve un pequeño velero fondeado”. Exactamente ese es el flow de esta isla bellísima.
Como os prometimos (y pese a estar Claves en pausa hasta la vuelta del verano) tras el anterior Diarios de viaje dedicado al sureste de Menorca era obvio que tocaba Mallorca. Así que aquí está de nuevo Laura para compartir con todos vosotros y vosotras calas, plataformas, secretos, sensaciones, sosiego, calma y belleza.
