Lo que ya no será
El peor momento fue escuchar el latido que semanas después se pararía, en su útero, para no volver a latir jamás. Mentira. El peor momento fue el desmayo de Laura, la sangre, el miedo, la espera; aquel día, aquella noche, todavía no lo he procesado, he de seguir andando, es que cómo se gestiona todo esto. Tiendo a negar el dolor, se me hace bola, hasta la última célula de mi cuerpo (“Solo tengo hueso y carne”) me dice que corra. No mires atrás. Es un mensaje sin matices: ya está, ya pasó, la vida sigue. ¿La vida sigue? Laura me confesó estos días lo sanador que ha sido —que está siendo— para ella expresar, traducir el dolor (su dolor) a través de su obra. Que si lo escribo a lo mejor me sienta bien. Algo me frena, se hace guijarro, no prende la lumbre. Lo hago igualmente, quizá tenga razón.
Laura me dijo que estaba embarazada el sábado 2 de noviembre, por la mañana, lo recordamos los dos porque aquel día me acercó hasta el barrio de San Marcelino, en el maletero nada más que cubos y pa…
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