La derrota
Como con Victor, nos vemos poco, le quiero mucho. Escribió hace algunos años Leer el aire, “el sutil arte de entender lo que no nos dicen”, vuelvo al libro estos días, me fascina la verdad que cobija: en realidad no sabemos nada de quienes nos rodean. Ha empezado a meditar, quizá yo también lo haga, su profesor se llama David. Cuando estamos eligiendo los platos me pregunta: “¿Estás bien?”. Sé que lo dice por el tono de estas cartas, sé que (muchas veces) caen en la melancolía. Sonrío, le digo que sí, que estoy bien. Cansado pero bien. Me recuerda una cosa que siempre le aclara Laura a su madre, Eva, cuando ella le sugiere (“parece triste”) exactamente lo mismo. “No le hagas mucho caso, escribiendo es un intenso” —le comenta ella, y siguen a lo suyo. Pues a lo mejor sí que lo soy. Aquí desde luego sí. Victor (casi) siempre está feliz, busca siempre el camino más corto a la solución, no parece que le pese la vida. Le contesto con un diálogo de una película de Max Ophüls, Le plaiser: “L…

