Un cofre
Cuando sonó el despertador la maleta estaba a medio hacer. Dentro había camisetas térmicas, chalecos, plumas, gorros, guantes. También un libro, Los años de Annie Ernaux. Antes del primer café, como siempre, lleno los cuencos de los gatos, repaso las cosas del día —tengo una reunión a media mañana, una entrevista para una revista en torno a tendencias de consumo; qué pueden ofrecer las marcas a sus clientes, cómo se construye la complicidad emocional, esas cosas. Después partiremos, como cada año, hacia Soldeu. No esquío pero sí que amamos pasear por las montañas nevadas, escuchar los sonidos del bosque, perdernos para encontrarnos.
Llevo unos días en barbecho, cansado, frágil. Amanece, la melancolía se posa sobre mí como la nieve lo hará en unas horas sobre la Vall d’Incles. La charla, vía Zoom, es cómoda; me comentan, son dos mujeres, que la narrativa que andan construyendo para una marca de gran consumo girará en torno al valor del tiempo, llenar el tiempo de experiencias memorable…

