Desde que leí Un verdor terrible (lo empecé por culpa de este párrafo: “Con su vida secreta perdida, desnuda y expuesta ante los ojos del mundo, el hombre empezaba a marchitarse lentamente, secándose de adentro hacia afuera, sin saber por qué”) me es imposible no estar al día (más o menos) de lo que sucede en el panorama de la física cuántica, filosofía de la ciencia, cosas así. De tanto en tanto busco un hilo del que tirar en Nature Physics o Science, a lo mejor es culpa también del Dr. Manhattan. En la cuenta de Amazing Physics leo algo que me deja el culo torcido, sigo dándole vueltas: “Una nueva investigación cuántica revela que el tiempo no avanza sino que se pliega sobre sí mismo, lo que significa que tus acciones presentes podrían estar remodelando tu pasado”.
Un momento, parece tan improbable que lo es, un titular engañoso edificado sobre una teoría plausible: “El tiempo podría no ser estrictamente secuencial. El universo cuántico no obedece estrictamente a la linealidad del tiempo, permitiendo la existencia de un tejido interconectado donde pasado, presente y futuro se difuminan, lo que indica que la causa y el efecto no siempre están temporalmente ligados”. El tiempo no es un río de agua clara, sino una marea ondulante, entonces (tal vez) cada elección que hacemos tenga un impacto en ambas direcciones, dando forma no sólo a lo que está por venir sino también a lo que alguna vez fue. Bajo esa premisa, no está tan claro que lo que hiciste entonces determine absolutamente tu yo de ahora. Más bien todo está sucediendo a la vez, tu historia no sucedió ni sucederá, está sucediendo, todo está conectado.
Sé que es un insulto a la segunda ley de la termodinámica y la causalidad. Los experimentos cuánticos, como la elección retardada de Wheeler, revelan correlaciones retroactivas en los resultados (entre dos partículas: esto es fascinante) pero no permiten que las acciones presentes reescriban o modifiquen eventos pasados reales: el pasado permanece inmutable. Pero, ¿y si sí? Hace tres días Rosalía publica Berghain: “Su amor es mi amor, Su sangre es mi sangre”. Japón se tiñe de rojo con la celebración del Momijigari, muere una estación para que otra florezca. Una niña (Laura) nace en una habitación blanca del hospital de La Paz hace 14.592 días, pronto cumplirá cuarenta años. En el 2018 viajamos por primera vez a las Highlands, nos adentramos en el bosque de Faskally, me cuenta un secreto: una Navidad pidió como regalo de Reyes unos tapones para los oídos. Su calma de hoy es (quizá) una mantita de amor y ternura hacia la niña que fue. Mi mamá escribe cada día una carta, manuscrita, como parte de su tratamiento (principio de demencia senil), recuerda esta mañana el funeral de su madre, tenía tres años: “Todos los días me acuerdo de ella”. Todos los ancianos recuerdan su infancia: a lo mejor no es casualidad. El tiempo se pliega sobre sí mismo. No podemos cambiar lo que sucedió entonces —el tiempo es lineal, el pasado es inmutable— pero sí cuidar al niño que fuiste. Ese niño interior sigue ahí, sigue teniendo miedo, sigue necesitando de tu calor. Quererte es quererle. Tráelo aquí, aprieta fuerte su mano, hasta este hoy que has elegido. Prende una llama, dedícale tiempo, lo que sucedió está sucediendo.



Creo firmemente en la existencia de esa niña interior. Pasa el tiempo ( años ) y es más firme, y es que se que habita en algún rincón del alma. Por eso los ancianos vuelven a esa parcela. A veces la olvidamos por nuestras cosas de la “adultez” pero sigue ahí, esperando que le devolvamos la palabra, cuando conseguimos escucharla, todo se vuelve más simple, más verdadero, tangible de alguna manera. Y entonces lo comprendo, no se trata de regresar, sino de permitir. Feliz fin de semana 🍷
Qué bonito! Esa niña me acompaña siempre. A veces se hace más presente y otros momentos no tanto. Cuando me pasa algo en el presente que hace saltar esa niña que he sido. Con esos traumas volviendo al presente. Que importante es cuidarla y hablarle desde el presente. No sé si cambia el pasado pero ojalá sanee el presente y por descontado el futuro... feliz fin de semana!