No entres dócilmente en esta noche quieta / “rage, rage against the dying of the light”. Imposible olvidar la voz de Michael Caine recitando a Dylan Thomas en Interstellar, al son de esa bellísima sinfonía sobre los campos de maíz; “love is the one thing that transcends time and space”, qué película, ¿verdad?
Madrid a cal y canto, los ánimos se ariscan, este aire que pesa cada día más, desaparecen del calendario (deshojándose) cada uno de los planes que habíamos dibujado para un otoño impensable. Me asusta ver cómo se polarizan (hacia un mundo de blancos y negros, en el que ya no creo) voces que hasta hace no tanto imaginaba cabales, pero me asusta todavía más cómo el desgaste se posa lento sobre los hombros de la esperanza y lo viste de abandono. Intuyo que llegarán (porque llegarán) las secuelas emocionales de todo esto pero si hay una sombra que no quiero sobre los míos es la renuncia, el abandono, la abdicación del único reino por el que merece la pena alzarse en armas. Se llama ilusión.
Dylan Thomas escribió “Do not go gentle into that good night” en 1952, poco después de la muerte de su padre: Rabia, rabia, contra la luz que se esconde. No es un grito contra la muerte, es un grito contra el desaliento. Nolan traduce esa noche quieta como la infinita oscuridad del espacio para más tarde revelar el trasunto de su bellísimo testamento cinematográfico: lo contrario al amor no es el odio, es la renuncia. El hilo que conecta a Cooper y Murph es el amor que trasciende el tiempo pero también la rabia, el delirio y la esperanza.
No entres dócilmente en esta noche quieta.
La vejez debería delirar y arder cuando se acaba el día.
Rabia, rabia, contra la luz que se esconde.
Pienso en mi madre, en cómo afronta la vejez con la emoción de un adolescente; pero la vida no entiende de paréntesis. Esta misma semana fallecía el perro que la ha acompañado (día y noche siempre a su lado, porque un perro entiende la fidelidad como un regalo) durante los últimos catorce años, ella no pudo soportar el final , “no puedo, es mi perrito”. Cuatro palabras que siguen aquí clavadas como un cuchillo lento. Él ahora está enterrado bajo un olivo e imagino a mi madre, rota y pequeña, esquivando el campo sin el que ya no sabe vivir. Supongo que pasará este duelo como ha vivido, pegada a su sentir atávico.
No renuncies nunca, mamá.
Mi hijo se ha despertado hoy llorando por un sueño, no podía abrazar a su peluche, el que le acompaña desde que era bebe, porque en su sueño él no llevaba mascarilla... y ha estallado... hace demasiado que no juega a futbol con sus amigos, en el cole no les dejan, hay gente que se baja la mascarilla o que va con la nariz fuera y no respeta a los demás, también está harto de ir al cole con mascarilla... la clase de educación física ya no es como antes, nada es como antes me decía... cuándo pasará ésto? y a punto de llorar yo le he dicho que pronto...