Refugio

nov 07, 2020

Experience is a brutal teacher, but you learn. My god, do you learn.

Aprender, parece el único consuelo de esta obra sin andamios, de este relato a medio hacer. My god, do you learn. A C. S. Lewis lo interpreta Sir Anthony Hopkins en una de las películas de mi vida, Shadowlands. En algún momento el profesor y escritor británico entiende que la vida solo es cuando prende la candela, duele porque estás vivo.

Nos despertamos con 23.580 nuevos positivos, el máximo diario en toda la pandemia y esta sensación de una nube taciturna que llega para cubrir nuestra alegría; ¿cómo permanecer ajeno al desaliento? Intuyo a Laura cada día más cansada (la distancia con sus padres, este no ver luz al final de un tunel sin ventanas) en parte su refugio es un viaje, y se le apagan las razones para brillar —incluso a ella, que ilumina cada estancia por la que pasa.

No sé si es momento de esconderse, pero desde luego sí de ir replegando velas y eligiendo bien los lienzos que colgarán del refugio que será nuestra vida las semanas que vienen; yo no sé si volveremos al encierro (¿quién lo sabe?) pero sí que hay que buscar cobijo en la belleza de tantas cosas (y personas) por las que sigue mereciendo la pena todo esto. Es que nos sobran / y pesan; como quien sigue escogiendo el riesgo sobre la nostalgia, aquel chaval en Logroño, The Gentlewoman y la poesía de Juan Bonilla, Premio Nacional de Narrativa:

Llevo en la nuca
la mirada del hombre
que quise ser

La naturalidad de Víctor Abarca, la imprescindible exposición de Kandinsky en el Guggenheim de Bilbao y la musicalidad (tan visceral, tan cosida aquí dentro) de Andrea Abreu en Panza de Burro (ed. Barrett). El brillo en los ojos, que no podrá cubrir nunca un antifaz. La casa siempre llena de flores frescas —“espero que el mundo cambie para mejor y algún día vuelvan las rosas”, la amistad sin aranceles y el sonido (implacable y bellísimo) de la lluvia sobre el cristal. El júbilo ante cada pequeño gesto de calor. Y este sol que nace, cada día.