Quiero volver
En cuanto salgo de casa ya quiero volver y creo que esa es la medida exacta de mi idea de la plenitud. Querer volver, saberte esperado, reconocer (al fin) un hogar como el tuyo. Esas cajas, esa mujer sin prisa (a veces parece la reina de un mundo antiguo, mira el mundo sin cinismo, no tiene miedo a vivir), esas tazas amontonadas, un puñado de libros, los dos michis, esa es mi patria. Me siento frágil, todo es frágil, sé que vivimos sobre el alambre. Desde esta terraza (en la quinta planta de la Hacienda Fairmont, en San Roque) observo, tras la gracia de este atardecer bellísimo, el Peñón de Gibraltar. Tras él, sobre la costa de Belyounech (en Marruecos) el perfil de la “mujer muerta”, Jebel Musa. Todo me parece lejano.
Hablo con mucha gente, personas que quiero, se intuye el cariño, quizá es mutuo, hablamos de planes que quizá sean, quizá no. Cuidar a quien te cuida. Cuando me preguntan, “¿Estás bien?” Casi siempre respondo: sí. Es verdad, pero tan solo a medias. No siempre tengo cosas…
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