Querer vivir
“Viuda desde hace casi tres años, 49 años y no sé por dónde empezar, solo sé que quiero vivir”. Me rompe la pregunta, no sé por qué, mentira: claro que lo sé. Es la edad que casi tenía mi mamá cuando murió Diego, mi padre. Desde hace no tanto he entendido que en aquel momento se me vino la vida encima, se apagaron las luces, ya nunca nada volvió a ser lo mismo, qué egoísta he sido siempre: ¿Y ella? Dolores (mi mamá) tenía cuarenta y ocho años, la edad exacta que cumplí hace tan solo un par de semanas. Vivía lejísimos de su casa, de su familia en el sur, una venta pegadita al campo, como en la canción de Zahara: “Soy de un pueblo pequeño, soy del pan de ayer”. De un día para otro se encontró sola aquí, con dos hijos adolescentes, por aquel entones limpiaba casas, alguna oficina, trabajaba muchísimo. Tenía mi edad. ¿Cómo se debió sentir?
Leo la pregunta de nuevo tras revisar el Consultorio sin miedo, habrá diez por contestar, es viernes por la mañana, Tractor se pasea entre los narcisos,…
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