Estamos sentados en la terminal dos del aeropuerto de Amsterdam, Laura se levanta a comprar unos regalos, no hay un maldito café decente. Creo que todavía no lo he escrito en ninguna de estas cartas: que ando con las correcciones de mi próximo libro, que se publicará (con la editorial Destino) en febrero del año que viene. Ya lo he dicho. Me parece lo justo: todo lo vuelco aquí. Casi todo. Esta travesía nació en marzo del 2020 y casi desde el primer día decidí llamarlas así: “cartas”. Ni posts, ni artículos ni emails: cartas. En febrero también cumpliré cuarenta y nueve años, cada día veo peor, ya tengo algunas teclas, dormir bien ya no es la norma. En el avión de vuelta escribiré el texto que falta, luego vendrán las correcciones, fuera llueve violentamente, siempre que pasa eso agarro fuerte su mano, pienso (siempre) que quizá nos estrellemos, ojalá no duela mucho, qué hago ahora con la entrega de mañana, a mi madre le da algo, otra vez cancelar Alcossebre, qué pasará con el George Laval que todavía no he abierto: que se lo beban en el crematorio. Eso. Brindad. Me gustaría que cada amigo leyese algo bonito. Llorad como cabrones (y cabronas) porque llorar sana. No sintáis pena: fui tremendamente feliz, me quisieron, quise, tengo dos gatos, me equivoqué la hostia de veces, creo (creo) que llegué a tiempo. Estoy pensando que no me apetece escribir una carta este sábado, ¿qué voy a contar? Se lo digo: “no tengo tema”. Sonríe. Cuando sonríe así se ilumina el mundo entero. A ver, tiene razón. Algo improvisaré.
Todo el mundo espera algo de ti. Si lo piensas, no es algo necesariamente malo.
La pregunta en realidad es: ¿Qué esperas tú de ti?
Be a safe person, me gustó esto que leí no recuerdo dónde: “Be someone who can be trusted to receive another person's vulnerabilities, struggles, and fears, all while offering them wisdom, protection, and confidentiality in return”.
Es más importante la bondad que el amor, sé que piensas que no, que love is the answer. Vale, sí; pero el amor es un regalo —a veces, inmerecido— la bondad no. Eso lo puedes elegir.
“Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”, Gabriel Celaya. Yo también la maldigo. Maldigo al gris, al tibio, a quien decide no mojarse, a quien pretende gustar a todo el mundo. No se puede. Se lo leo a Ignacio M. Giribert. Me gusta cómo piensa.
Escuchar es la mejor forma de respetar a alguien.
Lo mejor de hacer algo es (casi) siempre hacerlo y (casi) nunca lo que sea que esperes que pase cuando lo termines. Nos mintieron: no hay nada tras el proceso, no hay premio, no hay final feliz. Quizá tampoco hace falta.
Durante mucho tiempo pensé como Anthony Bourdain: “Your body is not a temple, it's an amusement park. Enjoy the ride”. Ya no lo tengo tan claro.
Los pájaros nunca estudiaron música.
Un whisky a tiempo vale más que cien Ibuprofenos, palabrita. Agua sí, hielo no.
Es muchísimo más importante aceptar ser quien eres que correr tras la sombra de la persona que quieres ser.
Cuando antes aceptes esta bomba de Nikola Tesla, mejor: “Cuando comprendes que toda opinión está cargada de historia personal, empiezas a entender que todo juicio es una confesión”.
No ir a terapia es un riesgo que no sé si quiero volver a correr.
Las personas pueden cambiar (de verdad que sí) pero en ningún caso va a depender de lo mucho que insistas, patalees o amenaces.
En el 99% de los restaurantes que conozco es mejor pedir dos entrantes que un segundo.
Argentina en enero, Menorca en mayo, Andorra en junio, Madrid en septiembre, Highlands en otoño, París en primavera, como la Tramuntana. Cádiz siempre.
De verdad, tienes que creerme en esto: a nadie le importa un carajo lo que hagas o dejes de hacer. Nadie piensa en ti. Es (quizá, no lo tengo claro) triste pero también liberador. No hay nadie mirando. Puedes bailar.
“Te hará sentir siempre débil, cuando el amor consiste en sentirte fuerte”. Ahí le has dado, Lorena G. Maldonado.
Todos nos equivocamos. La diferencia casi siempre es cuánto tardamos en bajarnos del tren equivocado.
Pedir sin dar es feo pero infinitamente peor que eso: es poco inteligente.
Las cosas no “deberían” ser de otra manera. Las cosas sencillamente son.
La segunda mejor cosa que he hecho en mi vida es adoptar a un animal. Dejadme ser claro: todo es infinitamente mejor con ellos.
Cosas de las que seguro te arrepentirás: no pasar más tiempo con tus padres, no andar descalzo, no decir más te quiero.
Repaso esas notas, algunas son mías —otras no. De aquí puedo sacar algo para el sábado, seguro que sí. Un mensaje de mi editora: 26 de febrero de 2025. Ya tenemos fecha. Me muero de ilusión (también de miedo), ¿y si ya no os interesa una mierda lo que tenga que decir? Esto no se lo confieso, claro. Observo el atardecer a través la ventana. No puedo evitar preguntarme: ¿Si nos estampamos lo publicarán igualmente? Aterrizamos. A lo mejor hay que abrir esa botella.
Hace dos años fue el cumple de mi padre, el ya sabía que se moría. Hoy miré en su diario que escribió ese día y ponía soy un hombre feliz.
No había hecho nada especial ( o si) más que tomar un café con sus hijos y recibir la llamada de su hermana.
Hoy ya no está ( o si).
Me acercas mucho a el.
Eskerrik asko.
'Nadie nos mira. Puedes bailar'.
Ojalá bailáramos más. Gracias.
Brindaremos contigo en febrero.