La carta la terminé de perfilar en el vuelo de ida hasta Heathrow, algo menos de dos horas, desde allí Elizabeth line hasta Mayfair. Fueron unos días soleados, paseamos por el Soho, un café en Conscience Kitchen, la fascinación entre patios y salones en la casa de Sir John Soane, en Lincoln’s Inn Fields. Para publicar la carta debía esperar instrucciones de la editorial, tenía sentido que ya que contaba el proyecto estuviese todo bien “cerradito”; las opciones de preserva, los enlaces a las librerías, esas cosas. No fue así, se retrasaría unos días —me comentaron a última hora de la tarde, “no es importante”. Durante el día fui comentando el desacierto con Laura, ella siempre me regala perspectiva, su razonamiento fue un cielo sin nubes. Casi nunca salen las cosas exactamente como uno las espera, la diferencia es qué haces con lo que va pasando. Pero yo no supe.
Esta obsesión por controlar el devenir de la vida bronca —incontrolable por definición, por eso es vida y no mármol— es un mirador recurrente en mis sesiones de terapia. Sé que imponer es ahogar, pero cómo cuesta mirar hacia otro sitio. El domingo madrugo, desayuno al alba en Gatsby's Room, salgo un momento a sentir cómo amanece la ciudad, los primeros susurros alumbran la mañana, la humedad es presencia sobre el empedrado de las calles, escucho unos pasos desde Oxford Street. Vuelvo dentro. Recupero un artículo de Umbral en torno a Lola Flores, “Aunque ella no lo supiese, venía de la tradición y la raza de los grandes intuitivos españoles, Goya, Molina y Lorca. En la eterna polémica entre perfección y carácter, Lola es el triunfo del carácter, la heterodoxia sobre los estándares. El arte del mundo, la creación, se divide en estas dos razas, por encima de academias y escuelas: perfección o carácter. Ella no necesitaba ser perfecta sino ser ella”.
Tras el café vuelvo a la calle, me parece oir el canto de un gorrión. Durante estos días los cielos en Castilla, Extremadura o Aragón se poblarán de miles de grullas en su camino de vuelta hacia el Báltico. Su migración marca el fin del invierno, el comienzo de algo nuevo, no tiene sentido apresar el cambio. La primavera llegará igual. Símbolo de prosperidad en oriente, vuelan siempre con la puesta de sol, ajenas a nuestros desasosiegos. Sencillamente son.
El perfeccionismo es rigidez, son miedos (todo lo estoy diciendo desde mi caso) y lo único que me produce es cansancio. Gracias a un pequeño susto de salud te das cuenta que sólo te estás perjudicando a ti y a los que te quieren. Así que nada de mármol y mucho ceder el control (espejismo) a la vida.
Casi nunca salen las cosas exactamente como uno espera, la diferencia es que haces con lo que va pasando… gracias, mi terapia también va de eso.
Imponer es ahogar, puf que frase.
Leerte es un bálsamo Jesús.