Había perdido, vete tú a saber por qué, el placer de conducir. No importan los porqués, lo que importa es que son las siete de la mañana de “El dia més bonic de l’any”, Sant Jordi, he salido temprano de casa porque me esperan (ojalá) las primeras lectoras a las doce del mediodía en el salón Cugat del hotel El Palace de Barcelona. Todavía no ha amanecido…
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