Los días largos
Hay días en los que sencillamente no eres, días donde la luz que llega no es más que un haz finísimo, días lentos como la vetusta Morla de la Historia Interminable, la vieja tortuga descansa todavía en el pantano de la tristeza: “Todo se repite eternamente: el día y la noche, el verano y el invierno… el mundo está vacío y no tiene sentido. Todo se mueve en círculos. Lo que aparece debe desaparecer, y lo que nace debe morir. Todo pasa: el bien y el mal, la estupidez y la sabiduría, la belleza y la fealdad. Todo está vacío. Nada es verdad. Nada es importante”. Días pegajosos en los que no sucede nada, lo alto parece bajo, un celaje grisáceo cubre de tristeza lo que antes era cielo azul, el desánimo es una manta que abriga la costumbre.
Tus quehaceres habituales se disfrazan de estaño. Me cobijo en ellos. No hay ganas de mucho más. Muelo el café, relleno de comida el cuenco de los gatos, enciendo las luces del árbol de Navidad que ya preside nuestra pequeña terraza acristalada, algún veci…
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