Los días son tan raros que empieza a dejar de tener sentido eso de celebrar los viernes y la carita triste de los lunes; somos aquella canción de Vetusta Morla...
Toca afinar, definir el trazo
Sintonizar, reagrupar pedazos
A mi colección de medallas y de arañazos
Extraños como un pato en el manzanares, el confinamiento ha facturado nuestros planes (con lo que nos gustaba hacer planes) hasta una isla desierta y remota, muy lejos de este aquí donde cada ventana es una quimera; qué lejano parece todo lo se supone estaríamos haciendo hoy, qué poco me importan las calles de Estocolmo (eran nuestros planes) y los restaurantes donde no reina el amor. Laura extraña el sol y cada minuto frente al mar, yo a veces me siento culpable porque cómo estoy disfrutando cada pequeña rutina elegida, cada gesto y cada canción; ¿tan mal lo hacía a. C (antes del Covid-19)?
Recuerdo un artículo que escribí al comienzo de este año; un texto lleno de viajes, ilusión y proyectos por delante —se titulaba Despropósitos: Es momento de hacer la maleta, comprar esos billetes y guardar las dudas en el cajón de las cosas que no importan; ahí fuera te espera un mundo inmenso, rebosante de lugares por conocer y experiencias por vivir que no sucederán nunca si no das ese primer paso. La vida está ahí fuera y no pasará dos veces frente a tu casa, ¿a qué esperas para abrir la puerta y comértela a bocados?
Cómo son las cosas, ¿verdad? La vida nos ha quitado lo de ahí fuera y ahora solo hay dentro, pero es que es verdad aquel verso de Juan Ramón Jiménez: “todo se ve a la luz de dentro, todo es dentro” y quizá sea momento de afinar, definir el trazo; quizá sea momento de hacer de una vez esa lista que, por unas o por otras, siempre terminamos aplazando: la de las cosas que de verdad son importantes y las que no.
Voy a dejar de decir y hacer sin descanso, voy a decirle a cada persona que quiero (esto ya lo hago, y qué bien sienta) que la quiero; voy a tratar de mirar las cosas con nuevos ojos, voy a escuchar porque solo nos cambia lo que nos duele. Voy a seguir creyendo que el amor de un animal es el más puro, el más salvaje, voy a perder el miedo a dejar un libro a medias (si no me emociona, ¿para qué?) y a no dedicar un minuto más a quien no lo merezca. Voy a dejarme la piel en cuidarla. Volveré al flamenco (Camarón en París con Tomatito) a Cortázar, a Delibes, a Chet Baker y a Tierras de penumbra. Compraré más libros que nunca, volveré al barrio; andaré donde antes corría y correré donde antes miraba de lejos. Voy a pelear sin descanso, a llorar cuando me plazca y a abrazar tan fuerte que duela.
Voy a dejar de celebrar lo trivial, a no dar nunca nada por sentado y a dejar que sea el corazón quien tome el timón de este viaje.
Georgia O'Keeffe en su retiro de Santa Fe
He vuelto a leerte desde “el principio”, y es una gozada Jesús. Cada vez que leo (Despropósitos) me activa el alma y cuando pienso en lo que pasamos justo después... ¡elige vivir!