Una de las pruebas en la clínica fue repetir una cifra, pero en orden invertido, la psicóloga me cantaba un número cada vez mayor. Yo tenía que deletrearlos. Ella (Raquel) tenía un cronómetro en la mano, apuntaba con un bolígrafo Bic Cristal en una libreta de anillas, apenas algún gesto en el rostro. Otro test (creo que el que más disfruté) fue buscar un patrón entre figuras donde aparentemente no lo hay. Siempre lo hay. No sé si en la vida también sucede así, diría que no, a veces pienso lo contrario. Pero en esas figuras desde luego que lo había. Fueron tres sesiones, falta el informe y alguna sesión más (supongo) para despejar la incógnita, tengo curiosidad.
“¿Por qué estás aquí? —Fue su primera pregunta antes de entrar en harina. La harina: test de los cinco dígitos, atención selectiva (o d2), pautas de foco y tiempo, test de los senderos. Aquí la interrumpí, es que me encantó el nombre: test de los senderos. TESEN. Se llama así (me dijo) porque se trata de conectar puntos en un orden secuencial. En primer vistazo solo son números (o letras) desperdigadas sobre un folio en blanco, pero aquí no tengo dudas: siempre hay un camino que une los puntos. Otra cosa es no verlo. Pero estar está. Se usa en neuropsicología para evaluar funciones ejecutivas, también para detectar trastornos neurológicos. Le comenté (creo que sin venir mucho a cuento) que creo que en la vida pasa igual —siempre hay un sendero que conecta todas las cosas que nos pasan: las que han sido, las que están siendo, las que serán. Eso también lo apuntó.
“¿La verdad?” —contesté. La verdad es que (en torno a una mesa) escuché hace poquito una conversación entre Borrás y Ricard, a los dos los admiro. Hablaban de neurodivergencia, TDA, esas cosas. De lo bien que le había sentado a Ricard saber quién era, qué le pasaba, “ahora todo tiene sentido”. Volvimos a casa pronto, caminé un rato, pensé en tantos momentos incómodos (la cabeza en cualquier sitio, arrebujado bajo un cielo nublado, sentirte preso, cautivo en un lugar en el que no quieres estar) de repente (como en el test de los senderos) intuí un hilo que los conectaba. “Por eso estoy aquí. Quiero saber”. Me sucede de tanto en tanto, cuando intuyo la amenaza de lo que no quieres hacer: conversiones cruzadas, ruido insoportable, demasiados estímulos. Me cuesta explicarme, pero lo intento, no quiero ofender a nadie: pero no quiero estar ahí. Para mí es un infierno. También es un problema irme (porque ya aprendí a decir que no) ya me sé de memoria ese gesto en la cara del otro, la decepción evidente: “No pensaba que fueses así”. Nunca lo dicen. Sé lo que esconde ese así. Algo que está roto.
Laura siempre me dice que le ha costado una vida encontrar su cabaña; que no son exactamente unas coordenadas geográficas, sino un espacio emocional donde puede ser vista, su casilla en el tablero, su refugio, el lugar donde puede ser ella. Imagino el sendero hasta su refugio, plagado de decepciones, momentos incómodos, infinidad de concesiones pero también pequeñas (inmensas) victorias. Cada vez que has defendido tu casilla, amor mío. Cada vez que te elegiste a ti. Tiene razón Viktor Frankl: “cualquier acontecimiento es una oportunidad”. Precisamente ayer, mientras atardecía en un Madrid incandescente, nos reunimos un pequeño grupo de lectoras (y lectores) en el Only You de Atocha. Fue precioso. Se cruzaron muchos temas, pero uno (creo) floreció sobre el resto: tienes que defender tu espacio (lo imagino como un jardín cubierto de narcisos) porque la corriente va a tratar de arrastrarte siempre.
Ese camino es tu patria, tu palacio de invierno, la vida que has elegido. Querrán —es inevitable— que lo abandones, tan solo un ratito, que no seas tú, te harán creer que existe un lugar mejor más allá del sendero. No hagas caso. Sigue caminando. Quererte es querer. Ya está amaneciendo. Cada día, la vida nos regala un folio en blanco, une los puntos, no tengas miedo. Elegirte es la única manera de volver a casa.
Cuado se abren los ojos a la Vida ya nunca se cerrarán
Elegir tu lugar… seguir caminando… eso sí, no olvidemos que tampoco estamos aquí para juzgar a los demás como no nos gusta que lo hagan con nosotros. Amor y Perdón. Amarte y Perdonarte, tambien. Y seguir caminando…
Un Encuentros maravilloso de Sensibles y Valientes. Organizarlo ello conlleva mucho tiempo, gracias a Laura y a ti, Jesús.