La vida de Laura ha cambiado de un día para otro. Siempre es así, un día —casi nunca hay advertencias— lo que dabas por hecho ya no existe. Lo hablamos mucho estas semanas, le recuerdo las primeras líneas de El año del pensamiento mágico de Joan Didion: “La vida cambia deprisa. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba”. El silencio, como cada octubre, ha tomado nuestras playas, las seis parecen las diez, cuando repaso estas líneas el sol todavía duerme. No han cesado las visitas al hospital, las pruebas, los TACs, el dolor (su dolor) es como la corriente de un río que no cesa, trato de entender qué narices es la estenosis foraminal: “Mi padre también la tiene, mis huesos han crecido y han estrechado los conductos por los que salen los nervios en determinada vértebra cervical, así que los nervios están comprimidos (compresión bilateral en el último electromiograma). El resto (discos deshidratados, artrosis y hernia) me preocupan menos”. La noto tranquila, le resta importancia, son cosas que pasan.
En el almanaque sekki florece el crisantemo. Un amigo (Ricardo) me manda —sin saber nada de esto; su vida ha sido complicadísima, pero siempre la preside una sonrisa; él fue la primera persona que me dijo “lo que sucede, conviene”— una ilustración de Óscar Alonso. Se titula Mapa de tú y yo: la geografía de las tierras de dos personas enamoradas: Montañas de las conversaciones, Bosque de las broncas, Océano del futuro. Es precioso. Me entristece ver un lago llamado Calma diaria, porque creo que hace demasiado tiempo que Laura no lo habita. Esa sensación: cuando nadas en el mar y te olvidas del tiempo. Ha perdido “el cuerpo silente”: cuando nada te aqueja (y el cuerpo “desaparece” de la conciencia), cuando te olvidas del cascarón y, sencillamente, navegas.
Sus desasosiegos nada tienen que ver ya con los míos. A mí me preocupa cerrar un proyecto, el próximo viaje, la musicalidad de esta carta. A ella le entristece no poder coger en sus brazos a Tractor, viajar sin ayuda, bajar la basura, cocinar con la Cocotte, conducir hasta una librería. Esa cotidianidad que tan bonito cuenta Adair Lara: “Y algunos, como yo, estamos empezando a descubrir la poderosa religión de la vida cotidiana, una espiritualidad de flores recién cortadas, platos apilados y ropa tendida”. No hay desesperación, le resta importancia, son cosas que pasan. Esta semana me acompañó a un bonito encuentro de Claves, ese día dejó a un lado la medicación para aplacar el dolor, como casi siempre alguien me preguntó: “¿A qué tienes miedo?”. Creo que respondí algo así como “llegar tarde a la vida”. Lo pensé aquella noche, antes de dormir: es imposible llegar tarde porque la vida solo puede ser ahora. No es a llegar tarde a lo que tengo miedo. Es a no reconocer que la alegría se posó en mi regazo, ronroneó como ronronean los gatos, y yo no supe verla. Eso sí me aterra.
Vengo con una sorpresa. Desde hoy mismo, vuestro queridísimo Consultorio sin miedo también es una aplicación para el móvil (por ahora, en iPhone) podéis descargarla desde aquí. Desde ahí podéis preguntar y echar un rato en torno a esas cosas que tanto nos gustan: Relaciones, cambios vitales, viajes, libros, terapia, hedonismos y cosas bonitas. La vida, o sea.
Gracias infinitas a Danny Saltaren, Alex Vaughton y el equipo de Modulor. Da gusto trabajar con ellos.
Hace poco acabe un libro Vida de Hannah Coulter, hubo una frase que me voy a tener que emmarcar
"El cuarto del amor es otro mundo. Se entra sin reloj, sin contemplar la hora. Es el mundo sin fin, tan pequeño que dos personas lo pueden estrechar entre sus brazos, y sin embargo más grande que una pila de otros mundos, porque contiene el anhelo de todo lo que implica estar juntos y descansar juntos.
Nos reunimos al terminar la jornada, cansados y doloridos, preocupados y temerosos. Estrechamos todo eso entre nuestros brazos, eso se esfuma y ahí quedamos nosotros, en aquel lugar donde dar y recibir son lo mismo, y donde vivimos un poco como quien intercambia regalos”. Es la vida. Os mando un abrazo inmenso a los dos.
Buenos días Jesús. Al hilo de esta reflexión de hoy, me acuerdo de tu encuentro en Málaga cuando presentaste tu libro "Vivir sin miedo" y dijiste que debía haberse llamado "Vivir con miedo" o "Vivir, a pesar del miedo". Y me quedo con eso. Vivir, abrazar cada momento, atesorarlos y saborearlos... gracias por todo lo que haces ❤️ os abrazo a Laura y a ti 💕