Las horas derrochadas en vano
Perder el tren, perder a un amigo, perder un proyecto; perder, perder, perder. Perder aquella oportunidad que no abrazaste, perder este amor que me quema, perder el tiempo que ya no volverá; perder, perder, perder. Se supone (dicen) que una de las claves para vivir una vida plena es aceptar la pérdida, dejar ir en paz aquello que amas, dejarlo estar. Ser un Buda, no atarte a nada (ni a nadie), ser un árbol que no llora la rama que se va. Y una mierda.
Pierde algo cada día. Acepta la angustia
de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano.
El arte de perder se domina fácilmente.
Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido:
lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar.
Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.
La maravillosa poeta Elisabeth Bishop dice que el arte de perder es coser y cantar, cosita fácil porque ninguna pérdida ocasionará el desastre. Perder la fe, perder la guita, perder este hambre de hambre; perder, perder, perder. Y sigue Yoda, c…
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