Intentarlo una vez más
Recuerdo exactamente el momento. Estábamos en la sala Aldobrandini, al fondo del Palazzo de Doria Pamphilj. No es un espacio muy amplio, sin embargo cobija tres obras de Caravaggio. Hay dos sillas (transparentes) frente a los lienzos, me siento un rato frente a su Magdalena penitente, observo cada pequeño detalle, el brocado de su vestido, las alhajas sobre el suelo. Un momento extraño (un milagro) en mitad de una Roma abarrotada, porque no había nadie más en la sala. La modelo para la obra fue una amante del pintor llamada Giuli, en el cuadro central (Descanso en la huida a Egipto) esa misma modelo posa representando a la Virgen María. Para él, para Michelangelo Merisi, esa mujer representaba a todas las mujeres. Yo a veces pienso lo mismo. Laura no es una, es todas las mujeres que la precedieron, las que son, todas las que serán. Como en aquel verso de Whitman: “Yo soy inmenso, contengo multitudes”.
Estos días en Roma han sido un respiro entre presentaciones, encuentros, abrazos boni…

