Estuarios
Serendipias, sincronicidades, azar objetivo. Llueve tras el cristal pero paseamos igualmente, las hojas de los robles y los fresnos en el bosque de Loch Ard ya se han teñido de ocres y burdeos. Me calma el sonido de las Timberlands sobre la hojarasca, sienta bien el frío. Me salta un recuerdo del móvil, una fotografía, es Alberto en el aeropuerto de Foz, Iguazú. Fue hace (casi) ya dos años. Otro bosque, a exactamente 10,800 km de aquí, la selva de Misiones. Los mismos sonidos, pero las hojas son verdes, se escuchan tucanes.
Paseamos entre lapachos y cedros a través de la selva de Misiones, Alberto se quedó en el hotel, camino junto a Espi, aprendí a quererle aquellos días. No puedo evitar escuchar algo, “es mejor ser feliz que tener razón”. Seguimos caminando, aprendo que el río Iguazú desemboca en el río Paraná, que es la triple frontera entre Brasil, Paraguay y Argentina. De ahí hasta Río de la Plata antes de desembocar en el Atlántico. Un estuario. Tomé algunas notas entonces, “El m…
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