Estamos todos un poco rotos
Tractor y yo hemos construido una nueva rutina cada mañana. Mentira. No es nueva, algunas veces lo hacíamos —pero no siempre. Muchas veces lo dejaba estar por culpa de vete tú a saber qué tontería; las prisas, responder un email, cualquier mierda. Pero desde que pasó lo que pasó, desde que entiendo que cada día es un milagro (porque lo es) mi idea (con él) de la medida del tiempo ha cambiado.“There is only the eternal present”, dice siempre Julian Schnabel. Es verdad, tan solo existe este presente eterno.
Suena el despertador, una leve vibración en la muñeca, minutos antes de las seis. Trato de hacer el mínimo ruido posible, no quiero despertar a Laura, un pie tras otro (cada uno en su chinela) palpo a ciegas la botella de agua y el móvil, que siempre dejo sobre una base de carga inalámbrica. Giro el pomo el puerta, que da a un pasillo minúsculo, intento no tropezar con una de sus obras, que sigue apoyada sobre la pared. Abro ahora la puerta corredera que da al salón, como en esta auro…

