A veces recorremos en silencio nuestro paseo frente al mar. No se escucha más que el graznido de alguna gaviota, la espuma blanca cabrilleando sobre la arena, el ladrido de algún perro que cruza veloz la orilla. Es una de esas imágenes—un perrillo corriendo junto a su humano— que ensanchan la vida. ¿Cómo no se puede amar a un animal? Me gustan las mañan…
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