Una conversación me atravesó esta semana. Fue en torno a una mesa, frente a unos amigos, pasan varios meses del año en Kioto. Su maestro —su hermano— Okada-San murió de ELA hace tan solo unos meses, lo supo hace tan solo tres años, noviembre de dos mil veintidós. Era un hedonista, un vividor, amaba la vida por encima de todas las cosas. En japonés, tanoshimu hito, elegir el placer también es una forma de resistencia: “En el viejo estanque / salta una rana”. Supongo, estoy seguro, de que los últimos meses (en la habitación de un hospital, quizá en el Universitario de Kioto) serían terriblemente dolorosos; la enfermedad no nos arrebata tan solo el tiempo, también la dignidad.
Le pregunto cómo lo supo, porque en su cultura son terriblemente discretos con la intimidad: “Me mandó una fotografía, lo noté inmediatamente, que pasaba algo”. Mi amigo Jose fue a verlo aquel mismo invierno, me escribió desde allí, desde entonces me insiste cada vez que hablamos: tienes que conocer Kioto en diciembre, cuando nieva sobre las machiya (casas tradicionales de madera) y la bóvedas de teja se cubren nieve blanquísima, también florece el narciso. Ellos siguieron viéndose, hablando de sus restaurantes, de sus viajes en torno al placer, los sakes a medianoche (recuerdo una película de Ozu, El sabor del sake) pero la Esclerosis Lateral Amiotrófica avanzaba inexorablemente. A lo largo del verano pasado Okada-San le expresó su deseo de ir juntos al pop-up que Noma haría más adelante en el barrio de Nakagyō-ku, para celebrar el otoño japonés. Le hacía mucho ilusión. Nunca pudo ir. No somos conscientes de lo terriblemente fugaz que es nuestra vida. Fugaz, frágil y cruel, horizontes azules se suceden junto a noches que sangran.
Tras la comida volvemos a casa, Laura se hace un té a media tarde, lo bebe despacio, en una taza de cerámica que compró en Doro, una tienda chiquita de El Eixample, caigo en un detalle: las tazas japonesas no tienen asa. Recuerdo entonces las razones, me las contó (hace años) Vicent Martínez en un encuentro en torno al diseño, no sé qué hacía yo allí, sí su respuesta cuando le pregunté: “Es una manera sencillísima de saber si el té está cliente o frío”. Investigo, llego hasta un texto de Alex Tan, cofundador de Mouthwash Studio: “Las tazas japonesas se fabrican sin asas porque if it’s too hot to touch, it’s too hot to drink. Los personas, por naturaleza, queremos añadir más. Añadir más y más capas (un asa, una advertencia, un envoltorio de cartón) entre nosotros y la solución. Pero no sirven de nada, siempre te quemarás los labios por beber demasiado pronto”. Creo que con la vida nos sucede lo mismo. Buscamos problemas donde no los hay, añadimos capas innecesarias (casi todo lo que consideramos urgente) cuanto en realidad es tan sencillo como tocar con tus dedos la taza, hacerte la pregunta: ¿qué quieres hacer con el tiempo que te queda? “Simplify until it’s obvious”. Simplificar es eliminar lo superfluo, cuidar tu casa, celebrar cada estación, habitar tu fragilidad, ser absolutamente conscientes del milagro. No nos queda tiempo, pero no lo queremos ver.
Conozco (aunque sea de refilón) la crueldad de la ELA. Mi padre ha sido voluntario treinta años y siempre me ha dado mucho miedo que me “tocara” algo así. Y mira lo que es la vida, llegó a nuestras familia algo muy similar. Atrapado en tu propio cuerpo, viendo como los días te van arrebatando cosas sencillas en apariencia, (caminar, comer)… y me sorprendo hoy, siendo consciente la de veces que agradezco a mis piernas, en mis paseos diarios, que “hoy” me permitan hacer el paseo. Lo que llegue mañana, mañana lo atravesaré.
En noviembre hará ya nueve años, NUEVE, que se paró mi vida y llegaron tantos cambios. Una enfermedad con un regalo debajo del brazo. VIVIR día a día.
Y cambiando de tema, yo solo uso el asa de las tazas, para agarrarla al sacarla de la cafetera. Y supongo que lo hago inconsciente porque se, que en ese punto, quema y mucho. Luego agarro el cuerpo y siento con las yemas, como va la temperatura. (Debo de tener yo algo de oriental, jajaja)… Me encanta cuando voy a Madrid y sin pedirlo, el café me lo ponen en vaso.
Feliz finde Jesús. Feliz finde a todos.
Yo salgo en breve a despedir a alguien que marchó de aquí hace unas semanas y que fue alguien importantísimo en la ruta de mi vida.
Fugaz….Fragilidad….Finalidad🤍