Decir que no
No tengo muy claro dónde nacen las raíces de la infelicidad pero tengo clarísimo el terreno donde medran, ese tobogán donde campan a sus anchas y crecen como una buvanvilia en primavera: la complacencia.
Precisamente hablamos del dificílisimo arte de decir que no en el podcast de Zubi, con Mercedes y Elena; cuesta toda una vida aprender a decirlo, cuesta una vida negarse pero es que es la única manera de salir de esa cárcel que son la expectativas de los demás —el espejo que ponen sobre nosotros (hacemos eso constantemente, què hi farem) cada una de las personas que se cruzarán en tu camino para volcar sobre ti sus querencias, conflictos y deseos. Pero tu vida es tuya, amigo. La mía es mía y te diré una cosa: no quiero.
Por lo visto es posible decir no.
De una vez y en la calle, de una vez, por todas
y por todas las veces en que no pudimos.
Y será preciso no olvidar la lección:
saber, a cada instante, que en el gesto que hacemos
hay un arma escondida, saber que estamos vivos
aún.
Es de Jaime G…
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