Abrazar
La primera persona de la que me enamoré fue también la primera que me abrazó tras la muerte de mi padre. Mentira. No fue exactamente así. Habían pasado (creo) dos semanas (durante el duelo el tiempo pierde su textura) desde aquel domingo, supongo (seguro) que hubo muchos abrazos en la misa, el tanatorio o en el cementerio. El abrazo del que estoy hablando fue el primero tras volver a “la vida de antes” (que ya nunca sería la de antes, pero eso yo no lo sabía); hacía poco tiempo que había comenzado la universidad. Fui caminando desde casa, atravesando el parque de Benicalap, hasta la parada del tranvía en Florista. Allí sucedió. Ella (una compañera de clase) me abrazó nada más verme. Ya lo sabían todos, claro. Que era “el chico sin padre”. Recuerdo la ropa, unos Levis gastados, zapatillas blancas, pelo corto. Su abrazo fue hondísimo, me calmó, me trajo de vuelta a aquel día. ¿Cuánto influyó ese momento en el beso que sucedió un par de meses después?
He recordado ese momento exacto mient…
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