Una de las cosas a las que más miedo tenía cuando conocí a Laura (exactamente cuando la conocí no, pero sí cuando la relación dio sus primeros pasos) era que ya nunca jamás volvería a escribir bien; que perdería eso porque uno solo brilla en según qué cosas si está hundido, devastado y en la mierda. Supongo que una parte mía pensó: nunca volveré a escri…
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