El otro día caí en una certeza entre terrible y cándida (tan cerca que andan los dos extremos, tantas veces) un poco por culpa de aquello que escribí para Telva, Decir las cosas: “en verano dejamos a un lado lo que se supone se espera de nosotros para ser la persona sin aranceles que, parece ser, no podemos ser el resto de la temporada porque hay que ll…
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